El hierro, ya “metal noble”, gritó al herrero que le golpeaba con toda su dureza: Y tu herrero, ¿Por qué me golpeas con tanta saña entre tu yunque y el martillo? ¿No he padecido ya bastante con el pico, la dinamita y el fuego?
A lo que el herrero contestó: “Yo solo me limito a darte bella forma de espada y darte la mayor eficacia en tu quehacer”
El hierro, ya “Metal muy Noble” al verse sometido al contraste de fuego, martillo/yunque y al agua fría, gritó aún mas alto: ¿Por qué ahora me sometéis a este otro martirio? ¿Es que no parareis nunca de torturarme?
A lo que el agua le contestó:
Mi misión es darte el temple necesario, para que nada pueda destruirte.
El “hierro/Espada”, en manos del Caballero que daba mandobles a diestro y siniestro, contempló maravillada como otras espadas se rompían al duro choque contra ella, mientras ella, permanecía impasible.
Fue solo entonces, cuando mirando al cielo, “Agradeció al minero con su pico y dinamita, al carbón de la fragua, al herrero con su yunque y su martillo y al agua, pues sin la total y coordinada actuación de cada uno de ellos, aún estaría sumida en la oscuridad de la tierra, siendo solo un montón de burdo mineral.